jueves, 27 de mayo de 2010

DIOS ME ESTA ENSEÑANDO TODO EL TIEMPO, Parte I

“El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre” (Proverbios 27:17)

El discipulado es una herramienta de Dios para que nos mantengamos fieles. Ayuda a que el mensaje permanezca en nosotros. Enseñarse, instruirse, corregirse, desafiarse, animarse, amarse, apoyarse, cuidarse, mimarse, protegerse unos a otros es parte del discipulado que los primeros cristianos vivían con Jesús. Es un estilo de vida. Cualquier cristiano vive en discipulado, en una ayuda constante. El recibe y entrega ayuda. Dios usa a las personas de tu alrededor para ayudarte a crecer para ser como Cristo.


1. ¿A quién le gusta equivocarse?
“Había un hombre solo, sin sucesor, que no tenía hijo ni hermano, sin embargo, no había fin a todo su trabajo. En verdad, sus ojos no se saciaban de las riquezas, y nunca se preguntó: ¿Para quién trabajo yo y privo a mi vida del placer? También esto es vanidad y tarea penosa. Más valen dos que uno solo, pues tienen mejor remuneración por su trabajo. Porque si uno de ellos cae, el otro levantará a su compañero; pero ¡Ay del que cae cuando no hay otro que lo levante! Además, si dos se acuestan juntos se mantienen calientes, pero uno solo ¿Cómo se calentará? Y si alguien puede prevalecer contra el que está solo, dos lo resistirán. Un cordel de tres hilos no se rompe fácilmente.” (Eclesiastés 4:8-12)

A nadie le gusta hacer algo mal, o que las cosas que le salgan pésimo todo el tiempo. Es difícil enfrentar situaciones cuando no tenemos otra perspectiva. Miramos hacia adelante, pero no vemos más de lo que ya sabemos. Nada nuevo. Como discípulo hemos aprendido que es necesaria la ayuda de otros. Dos son más que uno. Es la matemática sencilla de Dios. En realidad, todos tenemos la necesidad de aprender algo nuevo. Todos necesitamos de otro.
Cuando pequeño veía a mi papá atarse los cordones de los zapatos, y yo quería aprender a hacerlo igualito que él. Así que todo un día estuvo enseñándome cómo unir los cordones. Parecía difícil, pero hoy me los amarro solito. O cuando me he enfermado estando solo en casa. No hay quién me lleve una sopita de enfermo, o una limonada caliente, o me rasquen la espalda cuando estoy con yeso en el brazo.
¿Sabías que la palabra pecado significa “errar el camino”? Sin embargo, ninguno de nosotros sabe hacer todas las cosas. Nacimos con cero informaciones. Pero en la vida hemos ido aprendiendo y sumando experiencias. Y cuando nos caímos, duele. Y no queremos volver a meter la pata en la misma trampa.

2. ¿Cómo interviene Dios?
Veamos lo que dice Romanos 8:28 “y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien…”
Solos podemos se vencidos fácilmente. Que triste sería si no tuviésemos con quién compartir de nuestro trabajo. Dios usa todo lo que esté a nuestro alrededor. Utiliza las relaciones, las amistades, las personas conocidas y no conocidas, usa un anuncio de un diario o lo que dijo el joven de la micro, tu mejor amigo, usa lo que dice tu mamá o la manera en que reacciona tu familia. Dios está anheloso de que entiendas lo que él quiere decirte.
Años atrás esperaba que bajara un ángel del cielo a decirme algo fabuloso, o que ocurriera algo increíblemente espectacular (tal vez he visto muchas películas), pero sabes una cosa, no ocurrirá nunca. No van a suceder cosas increíbles para que haya cambios, sino que va a usar a las personas. Son las herramientas que usa para ayudarnos.
Hay dos casos muy claros en las Escrituras, respecto de lo que es el discipulado. Primero es la relación entre Judas y Jesús (Juan 2:24-25 y Juan 12:6), donde Judas era el que guardaba el dinero de todo el grupo, y se lo robaba. Pero Jesús, sabiendo esto no pudo ayudarlo mucho porque Judas cerró su corazón. No hablaba de sus luchas. Segundo es la relación entre Pedro y Jesús (Mateo 17:22-23), donde Pedro expresaba lo que se le venía a la mente, aunque no estuviera correcto. Pero eso le dio oportunidad a Jesús de corregirlo. Es decir, lo discipuló.

Nosotros podemos aprender que si somos abiertos con nuestras vidas y hablamos con las personas que pueden ayudarnos y aceptamos su consejo, entonces creceremos, y no volveremos a tropezar. No tengamos la actitud de: “no te metas conmigo”, solo nos dañamos a nosotros mismos. Y si no abrimos nuestro corazón, pues no habrá oportunidad de aprender. Todos nos vamos a equivocar, ninguno nace sabiendo, pero tenemos el privilegio de recibir la ayuda que Dios está dándome por medio de una persona espiritual: el discipulado.
Tus años como cristiano, tu conocimiento o tu experiencia en la vida no significan que no necesitas ayuda. Todos y cada uno podemos discipularnos. Hombres discipulan a mujeres, y mujeres a hombres, jóvenes a mayores, y viceversa. Todos somos iguales EN Cristo (Gálatas 3:28)

Si contamos las veces que aparece en el nuevo testamento la frase “unos a otros” veremos que hay más de 50. Eso nos da una luz de lo importante que son las relaciones entre personas. “Hierro se afila con el hierro.”

3. ¿Por qué Dios interviene?
Hasta el momento hemos visto que necesitamos aprender siempre, y que Dios interviene en mi vida de distintas maneras usando a cualquier persona, pero no nos hemos preguntado el por qué Dios lo hace.
Bueno, en el centro del corazón de Dios está Cristo. Todo ronda alrededor de su Hijo. Desde el principio hasta el final. Es como si tuvieras un hijo único. Le quieres dar todo lo que te pida, tu quieres dárselo. Lo es todo para tí. Tus decisiones rondan al lado de tu hijo. Así es en Dios.

Veamos qué nos dice 2 Timoteo 3:17
“…a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra.”

Dios quiere transformar mi corazón. Me ama muchísimo, y sabe que no sabemos hacer todas las cosas bien, pero quiere ayudarnos dándonos un ejemplo a imitar. Quiere tomarme en sus manos y moldearme cada día (como la greda) para que me parezca más y más a su Hijo Jesús.

Nosotros necesitamos aprender de cómo tratar con las personas; cómo tener fe cuando las cosas se ven muy mal; cómo salir adelante cuando todo me ha salido mal; qué decir cuando estoy contento y quiero animar a otros; qué decisión tomar cuando tengo varias opciones; cómo ser humilde o cómo amar. Dios me va a equipar para toda buena obra. Será un proceso que se vive en el discipulado.

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